Se habla mucho estos días de José Antonio Marina, el que ha hecho un Libro Blanco él
solito -bueno, con su equipo, creemos- y de su libro Despertad al
Diplodocus, que, por lo visto, en su subtítulo lleva escrita una llamada
a la conspiración por la educación. Marina, que es un experto, además,
aboga por un pacto educativo.
Nosotros somos unas cuantas
personas que se constituyeron como grupo antes de que Marina escribiera
su libro y organizase este recorrido de experto mediático en educación.
Somos
un movimiento que nace del amor por la escuela pública, por la escuela
abierta, construida con la participación de la comunidad, una escuela
inclusiva, en la que se cuida la dimensión colectiva, atravesada por el
compromiso ético del profesorado y por la defensa de los derechos de
niños y niñas. Creemos en la educación como una herramienta de justicia,
como un sueño de liberación personal y colectiva. Por eso nos hemos
puesto en marcha y no vamos a parar de caminar en ese empeño.
Por
eso llamamos a conspirar a toda la sociedad, a conspirar en el sentido
de concurrir a ese fin a través del esfuerzo común, solidario y también
en el sentido de rebelarnos contra el poder superior que empobrece la
educación, que la mercantiliza al tratarla como un producto, que segrega
y discrimina a niños y niñas. Por eso queremos también un pacto por la
educación.
Por eso tenemos claro que conspirar no puede ser
seguir únicamente la senda de un experto que nos alumbra el camino o nos
señala lo más eficaz. Eso lo hacen las ovejas tras el pastor. No
queremos ser rebaño por mucho que el pastor nos quiera llevar a los
mejores pastos.
Por eso mismo también tenemos claro que el
pacto por la educación no puede plantearse como una cuestión técnica,
como algo "neutral" y decidido por "arriba", por cúpulas políticas o por
representantes de intereses corporativos que deciden a partir de
propuestas de expertos, que nos dicen que ya hay participación porque
nos dejan a toda la comunidad educativa un correo electrónico para que
podamos enviar alguna idea y que organizan el pacto en un plis-plas, un
par de meses y ya está cocinado. Eso no es un pacto, sino un enjuague.
El pacto debe ser fundamentalmente un proceso participado, colectivo y
desde abajo y vinculado al proceso de transformación democrática que
deseamos para nuestra sociedad. Queremos que la educación esté en el
centro de la vida social y ciudadana. Queremos que se haga efectivo el
derecho de todos a la educación, mediante una programación general de la
enseñanza, con participación efectiva de todos los sectores afectados.
Lo dice la constitución y eso un experto no debería olvidarlo.
Las conspiraciones no se hacen con la hoja de ruta elaborado en un despacho, las conspiraciones se urden.
La conspiración educativa es una conspiración real para poner la escuela en el sitio que debe estar.
Jose Antonio Marina no conspira con el mismo fin que nosotr@s y...afortunadamente cada vez somos más.
Abogamos por un cambio colectivo y Marina no cuenta con la comunidad educativa para su libro.